Por Joaquín Recio
De Castilla y León como Marcelino Camacho, este de Soria y aquel de Salamanca. De Salamanca como Diamantino García Acosta, el cura jornalero que fundara el Sindicato de Obreros del Campo en Andalucía. Como dice el profesor José Sarrión, qué personas más preclaras han nacido en mi tierra. De momento solo hay un museo dedicado a otro nacido por allí, Adolfo Suárez. Nada dice mucho este personaje, si no es por un relato maquetado y construido, y mil veces repetido, vamos, lo que se dice un padre de la Democracia marca de la casa. Pero nosotros sabemos que la democracia solo se entiende en femenino, en todo caso sería una madre y se llama sin duda Lucha. La trajeron los años de cárcel y fango, de torturas y clandestinidad. De eso saben todos los citados arriba, menos Adolfo Suárez, sí, sí, el del aeropuerto y el museo. ¿De verdad?
La Cultura de la Transición se encarga de embalsamar en el reino de los buenos hombres a todo lo que supone contrariar que no hubo ruptura del Franquismo con la Democracia, ahora envejecida en unos pocos 40 años. Este concepto de la Cultura de la Transición sería como fábrica donde trabajan a diario periodistas, políticos, historiadores, expertos, etc. Lo que allí se produce desde hace más de tres décadas son distintas variantes de lo mismo: el relato que hace del consenso en torno a una idea de la democracia y en concreto de la cultura, como parte de ese consenso que es un “espacio de convivencia y libertad”. ¿De verdad?
Ahora veremos el espectáculo, al igual que nos pasara con otros hombres radicales contra la explotación, determinantes contra la deriva socialdemócrata de sus organizaciones…un espectáculo con un acto principal, Marcos Ana, y donde muchos figurantes van a poner mensajes, discursos… no sólo para decir este compañero también es mío si no para acercar la patética coyuntura política a la imagen del gran poeta. No hay que ni pararse a verlo, ya estaba pasando antes de que muriera. Pero esto no es mayor problema, que la gente quiera a su poeta, su amigo, su compañero… Eso es inevitable y es muestra en muchos casos de la mejor gratitud humana. Pero basta ya de pedir un minuto de silencio en el Congreso por Marcos Ana, pidamos al menos la huelga general que ayer no anunciaron los sindicatos. ¡De verdad!
Se marcha Marcos Ana de forma tranquila. Ayer él peleaba por su vida, hoy pelearemos por su vida. Era un hombre bueno, sí, sin lugar a dudas, pero un hombre que soñaba por un mundo sin clases, y esa lucha que llevó hasta los últimos confines del ser y del Planeta lo han determinado como una persona fundamental para saber conocer cómo un poeta se enfrentó al asesino y tirano Franco. Y no estaba solo. Como tampoco estará en su despedida. El cielo de Madrid, llora, despacio. Despacio ya vienen miles de hombres y mujeres de toda España a despedir a su compañero, camarada.
No habrá hora para su hora.
No habrá cementerio para su lucha.
Te amamos. Todos los Pueblos del Mundo que te conocen, te aman.
Nos enseñaste a amar. A ser revolucionarias y revolucionarios. Todavía estamos aprendiendo y para eso, tienes razón poeta, ya es la hora, que despertemos para siempre.
Dicen que has muerto ¿de verdad?
Nota final: la familia Atrapasueños no está triste, tu marcha era inminente, más bien estamos entristecidos porque ya no te veremos pasear con tu gorro ruso, pero felices de estar llenos de tu vida, de tu historia, de tu lucha.